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—¡Sujétala de la cintura!
Changmin casi se cae de las
escaleras desde las cuales limpiaba el enorme ventanal del salón de baile, cuando
escucho la desagradable voz de la duquesa Kate gritar de nuevo seguida de un
golpe seco que lo hizo fruncir el ceño nuevamente. Tal vez era porque él no
estaba en la misma situación que sus reyes, pero jamás permitiría que golpearan
a uno de sus hijos solo para que aprendiera a bailar, mucho menos con el fuete
con el que arreaban a los caballos, ya ni mencionar que permitiera a una vaca
que no podía ni dar dos pasos sin jadear enseñar justamente como bailar a mi
hijo, único, ¡el príncipe por amor a dios!
En verdad que Changmin nunca
comprendería las excentricidades de la realeza, llevaba un mes trabajando en el
palacio y eran ese tipo de cosas las que lo sacaban de sus cabales. Sí en
verdad hubiera un lugar en todo el reino en el que le pagaran diariamente como
en el palacio, él con gusto se iría a trabajar a ese lugar, en vez de estar
viendo a ese pobre príncipe temblar de miedo e impotencia mientras se aguantaba
las lágrimas y el horrible escozor que los golpes con el fuete producían, pues
él bien lo sabía, queriendo sonreírle a la muchacha con la que tenía que bailar
pues ella sí que no pudo contener las lágrimas al ver su camisa empezar a
mancharse de sangre, queriendo hacerle más llevadera la carga de soportar a la
Duquesa.
—Y se piensan que tú podrás con
el reino, ¡Que buena broma!
Se jacto la gordinflona con ese
tono altivo que utilizaba la gente que se sentía superior cuando no era más que
una masa desagradable e inmunda robándose el oxígeno y reprimiendo los sueños
de otras personas.
Changmin termino de bajarse de la
escalera observando su impecable trabajo terminado, aun mirando de reojo al
príncipe girar acompañado por él melodioso sonido de la música de vals mientras
la orquesta del palacio tocaba estruendosamente, buscando atraer un poco la
atención de la duquesa para que dejara de escudriñar al maltrecho y deprimido
heredero.
—¡No, no, no! ¡Minho es a la
izquierda y giro! ¿¡Qué haces mocoso!?
El príncipe se encogió en sí
mismo y retrocedió asustado esperando recibir un golpe que no llego, porque
como Changmin había predicho la gorda desagradable no podía dar dos pasos sin
jadear.
¿Cómo demonios iba a correr para remediar el
error del príncipe?
Al ver que la mujer se había
doblado del dolor Changmin comenzó a reírse encontrando inexplicable que el
bonito príncipe de chocolate, como decía su
hermosa hermanita Jiyun, se atreviera a auxiliarla, cuando debió ser el
primero en burlarse de la mujer.
Suspiro y volvió a su trabajo el no entendía a
la nobleza.
¡Plaft!
Iba a terminar de muy mal humor
de eso estaba seguro.
***
—…auch…
Changmin dejo de cortar las rosas
muertas del jardín y le prestó atención a lo que ocurría a su alrededor,
percatándose que la orquesta había dejado de tocar y que muy probablemente ese
que se quejaba fuera el príncipe. Efectivamente, quitándose unas vendas
repletas de sangre en la fuente, frente a la salida al jardín que tenía el
salón de baile estaba el chico balbuceando una tonada bastante popular en el
pueblo entretanto un quejido se escapaba de sus labios de repente.
Changmin se acercó
encontrándoselo muy entretenido enjuagando los pedazos de tela como un niño
resignado; y ya que no reparo en su presencia decidió ayudarle con las vendas
de la otra mano, para fijarse si las heridas no eran tan graves.
Minho levanto la mirada al sentir
como tomaban su brazo izquierdo para retirar las vendas que habían amortiguado
los golpes de la duquesa, sintiéndose cohibido cuando vio a ese joven muy serio
ayudarle con su problema, sería muy molesto si sus padres se enteraban.
Changmin termino de quitar las
vendas y las dejo sobre la fuente arrodillándose en el piso junto al príncipe
para secar sus brazos con cuidado con una franela que había estado suspendida
de su pantalón todo el rato, siendo consciente que no había despegado sus ojos
de él ni un momento con esa expresión seria y asustada al mismo tiempo.
—Esto le ayudara con el dolor, es
un ungüento que uso a menudo con mis hermanos, no arde.
Explico con seriedad recibiendo
una pequeña y tímida sonrisa del príncipe en respuesta.
— ¿Es nuevo verdad? ¿Trabajando
en el palacio? —Minho cuestionó cauto, sintiendo un alivio casi instantáneo
rodear sus heridas después de que el joven le aplicara ese ungüento que había
sacado de un botecito de entre sus pantalones.
—Podría decirse así. ¿Ve? —Señalo
sus heridas—. Le dije que no dolía —Changmin se rió y las mejillas del príncipe
enrojecieron. Tomando la pomada cuando
Changmin se la extendió.
—¿Cu-cuantos hermanitos tiene?
Vaciló un poco, hablando en
diminutivo porque le parecía lo más apropiado, él se veía muy joven.
—Cinco y son unos remolinos.
Aclaro con una mueca de gruñón
que hizo reír al príncipe.
—¡Shim!
—¡Uish ya van a empezar! Póngase
la pomada su majestad. Hasta luego —dijo poniéndose de pie, corriendo hasta el
lugar en el que lo esperaban.
—¡oh sí! ¡Gracias! —grito antes
de perderlo de vista tras el rosal, viendo el botecito con pomada entre sus
manos.
—¡Espere!—grito de repente
corriendo tras Changmin, se suponía que él ungüento era para sus hermanitos—. ¡Espere!
—grito de nuevo cuando lo vislumbro frente a la puerta trasera de la cocina,
viéndolo asentir a unas indicaciones que
le daba la señora Ling, la cocinera.
Cuando al fin pudo salir del
jardín el muchacho ya iba bastante lejos, apurado con una canasta enorme en las
manos.
—Ya no lo alcance —suspiró
abatido bajo la extrañada mirada de la señora Ling.
—¿Disculpe cómo se llama ese
muchacho? —pregunto con una sonrisa cortes.
—Shim Changmin su alteza ¿Lo ha
estado molestando? —inquirió frunciendo el ceño de mala manera.
—¡Oh no, no! ¡Para nada! ¡Él ha
sido muy amable conmigo!
Se apresuró en explicar dejando a
la vista sus heridas, viendo a la mujer llevarse una mano a la boca con
incredulidad.
—¡Venga conmigo su majestad!
Tomándolo con cuidado de una de
sus manos, lo metió a la cocina mientras iba refunfuñando un montón de cosas.
—¡Y yo que dude de ese muchacho! —dijo
con amargura después de haberlo sentado en el comedor de los criados.
—Ha sido la horrible bruja de la
duquesa ¿¡verdad!?
Minho se sonrojo y asintió amedrentado esa señora parecía
estar muy enojada.
—¡Pero qué maldita mujer! ¡Mira
que atreverse a tocar a nuestro bonito príncipe! —gimoteo dándole puré de
manzana con galletas, mirándolo con una ternura inmensa.
—Aún recuerdo cuando naciste, yo
hice el banquete de esa ocasión —dijo como
rememorando viejos tiempos—. No puedo creer que permitan tus padres esa
atrocidad, los reyes siempre han sido benevolentes y amables —murmuro
acariciándole el pelo mientras Minho se debatía si decirle o no que sus padres
no sabían nada.
—No te preocupes mi niño que el
próximo pastel de arándanos que se coma le va a provocar la más horrible
indigestión que haya tenido en su vida —dijo riéndose malvadamente, mientras él
optaba por comerse el puré de manzana, le gustaría ver a la Duquesa enferma y
no tenía pensado detener a la señora Ling.
—Muchas gracias señora su puré de
manzana es exquisito —dijo respetuoso y halagador haciendo que se emocionara
completamente.
— ¡Eres tan encantador mi niño! ¿Pero
sabes?
—Dígame —continúo su conversación
con algo de inocencia.
—Haré un par de bocadillos para
Changmin por haber desconfiado de él, ese muchacho lleva días insistiendo en lo
mal que te trata la duquesa. Sí tu no hubieras venido posiblemente lo hubieran
echado del palacio y con lo que el pobre necesita el dinero.
— ¿Por qué? —pregunto interesado viéndola sacar un par de
cuencos y fruta para picar.
—Es el único sustento que le
queda a sus 5 hermanitos, sus padres fallecieron recientemente en el incendio
de la panadería, eran tan buenas personas y tan jóvenes. Desde ese momento
Changmin hace de todo para sostener a su familia, es un muy buen muchacho y tú
lo habías tenido bastante preocupado.
— ¿Yo? ¿Por qué? —pregunto
mientras la señora Ling continuaba con su monologo.
—Incluso llegue a pensar que le
gustabas.
La mujer se rio parando de picar
el melón por unos segundos prestándole atención al curioso rostro avergonzado
que esperaba por su respuesta.
—Es obvia su preocupación, nada
más mira tus heridas mi niño —dijo sonriendo conciliadora aunque interiormente
quería descuartizar a la duquesa.
—Lo lamento, me disculpare con él
por causarle pesar…es solo que soy muy malo bailando el vals…— dijo
silenciosamente.
—Pues Changmin dice que eres muy
bueno, solo no dejes de esforzarte, la Duquesa no ha bailado por más de 10 años
así que no se en que pensaban para ponértela de institutriz.
Minho se rio bastante
audiblemente y se sintió entre feliz y avergonzado, porque ese muchacho había
estado pendiente de su esfuerzo y eso lo hacía sentir bien, al menos alguien
pensaba que era bueno con el vals.
—¿Oiga señora Ling cree que a los
hermanitos del joven Shim les gusten los pastelillos de chocolate? —pregunto
mirando distraídamente su casi terminado puré haciendo reír a la señora con fuerza.
—¡Pues yo estoy segura de que sí!
Minho levanto el rostro y le mostró una radiante sonrisa complacida.
—¿Sería una molestia para usted
prepararle unos cuantos todos los días? Yo lo intentaría…pe-pero nunca he
cocinado nada en la vida —dijo en tono secretista acercándose a ella para
susurrarle acongojado—. Es la primera vez que estoy en la cocina…
—¡Oh mi niño que encanto! —Comento
en medio de una complacida y jubilosa carcajada terminando al fin con el melón—.
Para mí no será ningún problema, pero sí puedes darte unas escapadas de vez en
cuando yo con gusto te enseño a cocinar.
—¿¡De verdad!?
—Claro que sí mi niño.
—¡Gracias! —exclamo dándole un
fuerte y espontaneo abrazo, aprender a cocinar sería mucho más entretenido que
hablar francés.
—¡Tengo que irme señora Ling debo
ir a mis clases de redacción e italiano!
Le informo corriendo a la salida
de la cocina frenando antes de salir.
—¿A qué hora sale del palacio el
joven Shim? Me gustaría devolverle algo que me prestó —dijo apenado mostrándole
el botecito con pomada.
—A las 8 de la noche ¡Ten cuidado mi niño
adiós!
— ¡Adiós señora Ling!
La mujer vio su espalda salir de
su campo de visión y se rió continuando con sus quehaceres, jamás había hablado
con el príncipe y había resultado tan amable y encantador, era injusto lo que
le hacía esa horrible mujer, cuando Changmin volviera del mercado se
disculparía con él.
***
Atravesó el palacio corriendo de
lado a lado. Tenía que encontrar al joven Changmin antes de que se fuera. Casi
se cae de las escaleras de mármol que conducían al jardín en donde lo recibió
una helada ventisca de aire que lo refresco después de toda la carrera que
había llevado.
Continuo corriendo vislumbrando
un pequeño grupo de gente empezar a desaparecer por las puertas del castillo.
Había llegado demasiado tarde, pero de cualquier forma no se rendiría, continuo
corriendo con tanta fuerza que cuando atravesó las puertas del palacio los
guardias lo confundieron con un trabajador más que acababa de terminar su jornada
y al cual al parecer se le había hecho tarde.
Escucho el rechinido de las
puertas al cerrarse y aun así no se detuvo continuo corriendo, tal vez podría
alcanzarlo antes de llegar al pueblo, no es que hubiese ido solo nunca, es solo
que recordaba cómo llegar, siempre que iba de paseo al río atravesaban todo el
pueblo, entonces era ilógico que no conociera el camino.
El aire frío se volvió más cruel
conforme avanzaba por el camino rodeado de un oscuro y casi tétrico bosque, el
invierno estaba por llegar y ya se
sentían las señales por doquier, especialmente en las noches. Tomo un largo
respiro y empezó a observar buscando una silueta recién conocida, hasta que la
ubico, solo que otra idea golpeo su cabeza ¿Cómo se supone que se le acercaría?
Froto sus manos insistentemente y
hecho a caminar tras él, buscando el momento adecuado para hablarle, situación
que hubiera funcionado si no se hubiese ido distrayendo con las tiendas y las
personas caminando sonrientes por el
pueblo que se detenían a comprar pan o alguna que otra curiosidad, incluso
había un juglar animando a las personas con sus historias en la plaza que lo
hizo detenerse unos minutos observándolo con aplomo, hasta que una sonrisa
decoro sus facciones, se sentía como un gran explorador descubriendo cosas
nuevas y fantásticas.
Changmin llevaba algo de prisa,
debía llegar a tiempo para prepararles la cena a sus hermanos y ponerlos a
dormir o si no sería un problema al día siguiente que se levantaran a desayunar
antes de que él se fuera a trabajar, solo que había un inconveniente, primero
debía pasar a comprar algunos ingredientes para la cena y asegurarse que no
había nadie siguiéndolo, desde que salió del palacio lo embargo ese extraño
desasosiego, como cuando una persona te observaba con intensidad y tú no podías
hacer nada para evitarlo salvo mirarlo de vuelta intentando amedrentarlo.
Atravesó la plaza en la que el
juglar tenía embobados a sus espectadores con alguna de esas fantásticas
historias que solía inventarse y entonces vio de reojo una sombra ajena
detenerse a observar el espectáculo unos minutos, siendo consciente de que al
cabo de un instante se puso en marcha tras él con un despiste inusual que no lo
engañaría, porque sí quería robarlo primero tendría que vencerlo y eso no era
muy efectivo a realizar en esos momentos, la señora Ling le había dado unos
bocadillos para él y pastelillos de chocolate para sus hermanos y se aseguraría
de que los recibieran.
Caminando más aprisa se metió a
un mojado y oscuro callejón que llevaba
al otro lado del pueblo, cerca de su casa y de la tienda de comestibles
en la que se detendría después de asustar a su perseguidor.
Se alzó en toda su altura y freno
en seco, pues casi había estado corriendo, girándose con una cara de pocos
amigos para enfrentar a ese pequeño ladronzuelo sin experiencia.
—¡Deja de perseguirme, largo de
aquí! —grito con tono amenazador apreciando en cámara lenta la asustada y
cómica reacción del supuesto ladrón.
—¡Dios lo siento muchísimo! ¡Yo
solo quería regresarle lo que me prestó esta tarde! ¡Dijo que era de sus
hermanitos y lo siento muchísimo! —grito finalmente sin encontrar una frase más
coherente para decir, acuclillado frente a Changmin cubriendo su cabeza con una
mano mientras la otra la mantenía estirada hacia el mayor esperando que tomara
el botecito con pomada para poder salir corriendo cuanto antes.
Changmin se llevó una mano a la
boca sin poder creer lo que veía, ese niño acababa de bajar como 4 clases
sociales solo por una pomada ¿Y esperaban que no se riera? Comenzó a carcajearse
estruendosamente llevando su mano hasta su estómago, recargando su cabeza
contra la pared del callejón.
—Usted es el príncipe más
gracioso y anormal que ha tenido este reino. Estoy completamente seguro de ello
—hablo Changmin cuando pudo controlar su voz, volviéndose a mirarlo con una
sonrisa en los labios, pues Minho ya se había puesto de pie y estaba viéndolo
con un infantil fruncimiento de cejas.
—No debió preocuparse por algo
como esto —dijo retirándole la pomada de las manos para meterla en el bolsillo
del pantalón del príncipe, acomodándole la capa oscura que colgaba
descuidadamente de su cuello poniendo especial énfasis en cubrir su rostro para
que nadie pudiera reconocerlo.
—Dígame donde está su carruaje, lo acompañare
hasta él.
Indico Changmin aún con una
sonrisita burlona en sus labios, mientras veía al chiquillo ladear el rostro
extrañado.
—Yo no he venido en ningún
carruaje —acoto de esa manera calmada y propia con la que siempre se dirigía y
que Changmin personalmente encontraba adorable antes que formal.
—¿¡Entonces esta solo!? —pregunto
alarmado haciendo reír a Minho ahora, al ver como miraba para todos lados como
desesperado, asegurándose de que nadie lo hubiera reconocido. Lo jalo a la
parte más oscura del callejón y le pregunto en susurros.
—¿Lo vieron salir? ¿No le ha
pasado nada?
Minho se rio como un niño
travieso y negó con un movimiento de cabeza llevándose un dedo a los labios
haciéndole silencio a Changmin.
—Salí corriendo del palacio y los
guardias ni si quiera me han reconocido. Mis padres duermen desde hace un rato
y hay un bulto en mi cama que se parece a mí.
Le comento como si fuera lo más
genial del mundo, aunque para Minho, Changmin sabía que así debía ser.
—¡Hay dios! Es tarde y yo tengo
que llegar a casa, sí nadie ha notado que no está en palacio no hay problema
podemos regresarlo y nadie se enterara nunca de que ha salido a hurtadillas,
pero mis hermanos... —murmuro quedándose súbitamente callado, mientras Minho lo
observaba con curiosidad frotando sus labios distraídamente, saltando
graciosamente cuando Changmin volvió a prestarle atención.
—Ha sido muy imprudente haber
salido así del palacio, yo lo acompañare de regreso en cuanto termine unos
pendientes, mientras tanto acompáñeme y no permita que lo reconozcan ¿está de
acuerdo?
Minho asintió ilusionado moviendo
la cabeza efusivamente, tomando a Changmin del brazo como lo hubiera hecho un
niño pequeño, solo por si acaso, mientras Changmin sujetaba la canasta con bocadillos en su otra
mano sonriéndole vaga y condescendientemente, el príncipe había resultado ser
una pequeña molestia encantadora.
***
—Tenga cuidado al entrar las
escaleras están un poco resbalosas por el agua nieve que ha caído las últimas
noches.
Minho asintió como había estado haciendo desde
hacía rato. El joven Changmin era en suma sobreprotector y cuidadoso y se
esforzaba por explicarle las cosas con tacto como sí el fuese una especie de
tonto en lugar de un príncipe, aunque eso le agradaba mucho, era más dulce que
sus innumerables y enérgicos tutores.
La puerta se abrió y lo recibió
un cálido y acogedor ambiente, sonrió quitándose al fin la capucha de la cabeza
y admiro la pequeña y bonita casa que se alzaba frente a sus ojos. Changmin se relajó
y coloco la canasta con bocadillos en el sofá, retirando un cucurucho de papel
con sus recientes compras en ella suspirando complacido por el aroma de su
casa.
—¡Changmin llegas tarde!
Una mujer de cabellos castaños y
mejillas regordetas y sonrojadas salió de una habitación colocándose un abrigo
desaliñadamente.
—¡Señora Marie lo lamento tanto!
Se disculpó Changmin al verla
juntar sus cosas, apresurada. Era ella quien cuidaba a sus hermanos mientras él
trabajaba y se lo agradecía inmensamente, la conocía desde que era pequeño.
—¡Ya, ya mocoso deja de
lloriquear y encárgate de tus hermanos! — dijo prestándole la atención de un
halcón a Minho quien se había quedado de pie junto a la puerta viendo todo
curioso.
—¡Bah, ya estoy vieja para estos
trotes, nos vemos mañana! —dijo haciendo un enérgico y desdeñoso movimiento de
manos azotando la puerta cuando salió de la casa. No sin antes inspeccionar a
ese jovencito de los pies a la cabeza asintiendo para sí misma antes de
retirarse.
—La señora Marie es una mujer bastante
peculiar, no le tome apreció —indico Changmin quitándose el abrigo desgastado
que había pertenecido a su padre, mientras se le quedaba mirando a Minho
entretenido, pues estaba tocando las cortinas de su casa como si jamás lo
hubiera hecho en su palacio, el mismo escrutinio lo recibieron sus ventanas y
el sofá y casi lo ve saltar de alegría cuando se detuvo frente a la chimenea en
la que comenzó a calentar sus manos, viéndolo tomar encantado un dibujito hecho
con carboncillo por él, en el que estaba retratada toda su familia.
—¡Qué bonito! ¿Quién es el
artista? —cuestiono Minho mostrándole el dibujo ganándose una burlona y
sarcástica risa de su anfitrión.
—Lo está mirando su alteza —dijo haciendo una graciosa reverencia en
son de burla que se ganó un mohín de disgusto por parte de Minho quien estuvo a
punto de replicar cuando se fijó que en las escaleras tras Changmin había unos
cuantos pares de ojitos observándolos desde hacía rato al parecer.
Changmin se giró al ver la mirada
del príncipe perderse tras él y sonrió cuando vio a sus hermanos observar a
Minho con cautela, pues no era común que ellos recibieran invitados.
—¿Quién es él hermanito? —cuestiono
Sooyun bajando de las escaleras aun mirando al desconocido con algo de
desconfianza.
—Es alguien a quien Jiyun le va a
encantar conocer —dijo haciéndole un gesto
a sus hermanitos para que terminaran de bajar las escaleras, Minho se
enterneció al ver que todos se paraban junto a Changmin por tamaño y
posiblemente por edad riéndose al ver que aún lo miraban como si fuera un
bicho.
Para sorpresa de toda la familia
Shim, fue su hermano más pequeño el que dio unos torpes pacitos hacia Minho,
con su puñito cerrado a la altura de la boca mientras arrastraba lo que parecía
ser un pañuelo muy suave y elegante. Minho se agacho y espero a que el pequeñín
llegara hasta él, no debía tener más de 1 o 2 años y era la pequeña criatura
más hermosa que había visto en toda su vida.
—¿Oye Changminie estás seguro que no muerde? —escucho el suave
susurro de otro pequeño que seguía mirándolo con desconfianza, siendo
sorprendido por la suave caricia que le dio el pequeñito frente a él con parte
del pañuelo que sostenía, mostrándole una dulce sonrisa de encías sin dientes, levantando
sus manitas hacia él para que lo cargara y sin poder contenerse más Minho lo
tomo en brazos con cuidado, era tan lindo.
—¡Es el bonito pincipe´ e
chocolate! —grito Jiyun emocionada corriendo hasta donde Minho jugueteaba con
las mejillitas de ese encanto de niño, mirando a la personita que tiro de su
capa con una sonrisa inocente en los labios.
—Mida este edes tú y yo soy la
pincesa —dijo la pequeña con ingenuidad mostrándole un muñequito de trapo con
las ropas que alguna vez Minho estaba seguro que había usado, encontrándola
igual de encantadora que él bebe que tenía en brazos.
—Mucho gusto pequeña dama, es
usted la princesa más bonita que yo he conocido en toda mi vida —dijo Minho
inclinándose como debía hacerlo tomando una de sus manitas para besarla.
—Kyaaa~ —grito emocionada yendo a
esconderse tímida tras las piernas de Changmin quien se llevó una mano a la
boca escondiendo sus risas enternecidas, amaba tanto a sus hermanitos.
—¿¡En verdad es el príncipe!? —pregunto
Sooyun conmocionada, pues era la mayor después de Changmin.
—¡Claro que soy el príncipe!—respondió
el propio Minho recibiendo un húmedo beso en la mejilla por parte del bebe,
hasta que Changmin llego hasta él y se lo retiro con cuidado.
—¡Oiga! Estaba dándome un beso —refunfuño
acariciando la naricita del pequeño que ahora se llevó su puñito a la boca
riéndose hacia Changmin encantado después de recibir esa caricia.
—Lamento desilusionarlo su alteza
pero el pequeño Henry solo quería probarlo —dijo Changmin abrazando a su
hermanito mientras Jiyun seguía pegada a él mirando con vergüenza a Minho.
—¡Mathew, Erick vengan acá!
¡Saluden!
Ordeno con un tono jocoso y
paternal que encandilo a Minho, viendo sonriente como se acercaban los dos
aludidos.
—Mucho gusto príncipe Minho —empezó
Mathew, era castaño de ojos oscuros y su sonrisa era encantadora e infantil.
—Tiene 6 años —dijo Changmin
riéndose pues el pequeño Henry le estaba babeando el cabello.
—Mucho gusto Mathew es un placer conocer
a tan educado caballero —respondió Minho estrechando su mano. Ante esto el
pequeño Erick se emocionó y se acercó rápido a Minho, limpiándose la naricita
ilusionado, hablando con algo de dificultad.
—¡Yo me llamo Erick! —dijo
atrabancado señalándose así mismo con una sonrisota en los labios esperando la
reacción de Minho.
—¡Hola Erick también es un gusto
conocer a tan encantador caballerito! —dijo revolviendo sus cabellos negros
dejando de ver unos instantes sus bonitos ojos claros.
Changmin se rió al ver que Erick
a sus 5 años se enfurruñaba porque el saludo no le salió como a Mathew y volteo
a mirar a Sooyun para que se acercara.
—Ella es Sooyun y tiene 8 años.
La presento Changmin mientras su
hermana sonreía hacia Minho y hacia una venia como toda una damita.
—Mucho gusto Sooyun, un placer
conocerla.
La mayor de las hermanas Shim se
rió y se acercó a Mathew y Erick abrazándolos por el cuello.
—La señorita tímida es Jiyun,
tiene 3 años y cree que usted es lo mejor del mundo —dijo Changmin mientras la
aludida volvía a esconderse cuando Minho intento mirarla.
—¡Oh claro! ¡Y este pequeño es
Henry tiene 2 años recién cumplidos! —dijo sosteniendo a su hermanito con
cariño.
—Y usted va a cuidarlo a él y a
los otros 4 en lo que preparo la cena.
Le hizo saber Changmin con una
sonrisa entre burlona y malvada, mientras Minho recibía a Henry algo inseguro
viendo a Changmin perderse por una entrada a lo que parecía ser la cocina.
Continuará.
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